Es triste saber que una mujer puede destruir casi cualquier cosa. Aun esquivando los tajos y estocadas, es imposible pasar la veintena sin algunas war casualties ; lugares, canciones, libros que, por asociaciones automaticas con la hetaira en cuestion, entran en el Codex de nuestra conducta sentimental.
El que escribe carece de tragos vedados; por alguna coincidencia o suerte (ese es el interrogante), ninguno quedo intimamente vinculado con el puñado de viejas novias y filos que cabe contar. Ninguna era particularmente adepta a lo etilico, pero sospecho que la causa no pasa por ese wing (mas agradable es intuir un hada de vuelo erratico que protege los martinis con su varita-revolvedor).
El miedo, sin embargo, siempre esta. Las opciones, como de costumbre, son el desden o el cuidado. Seguir bebiendo nuestros Manhattan con mujeres hermosas y arriesgarnos a perderlos. O sino abandonarlos (en compañia al menos) por tragos mediocres. Claro que, de alguna manera, la clase de mujeres que se acercarian a nos bebedores de Sex on the beach serian posiblemente de una vulgaridad a tono.
Algo parecido a la paradoja asoma su horrible cabeza.
Saturday, May 12, 2007
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4 comments:
Eche, me encanto esta reflexion, ya que no solo se aplica al plano de lo etilico.
Tan solo pensar los lugares de esta ciudad que han quedado marcados por alguna mujer y por donde uno ya prefiere no pasar.
Abrazos
Efectivamente, es un lugar comun. Vengo zafando con los tragos, pero temo que alguna suripanta aficionada al alcohol me robe alguno post-abandono...
Para cuando una nueva "reflexion al paso"?
No se preocupe, Barna. Son pocas las aficionadas a las buenas bebidas. Las mujeres no tenemos mucho gusto para eso.
Como dije, una paradoja. Buscando a una bebedora de whiskyque va a terminar robandome algun trago cuando me abandone. Pero bueno, hay cosas peores.
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